La concientización sobre la salud mental ha experimentado cambios significativos en los últimos años, pero las diferencias culturales y regionales siguen influyendo en cómo las personas perciben y abordan su bienestar mental. Un reciente estudio de ThinkNow que compara las actitudes y comportamientos en torno a la salud mental en EE. UU. y México ofrece valiosos insights sobre cómo las personas en ambos países enfrentan su salud mental.
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ThinkNow encuestó a 1,550 estadounidenses y 560 mexicanos mayores de 18 años entre finales de 2024 y principios de 2025. La encuesta se realizó en línea, utilizando una muestra del panel DigayGane de ThinkNow. Se establecieron cuotas para garantizar una participación equilibrada en términos de edad, género, región geográfica y nivel socioeconómico en ambos países. Los resultados se desglosaron por población total en EE. UU., hispanos en EE. UU., mexicanos y por generación en ambos países.
Uno de los hallazgos clave del informe es que aproximadamente tres cuartas partes de los adultos en EE. UU. y México califican su salud mental como "excelente" o "buena". Sin embargo, la edad juega un papel crucial en estas autoevaluaciones. Las generaciones más jóvenes—Gen Z y Millennials—son más propensas a reportar calificaciones más bajas de salud mental en comparación con las generaciones mayores. Esta tendencia se mantiene en ambos países, lo que sugiere que los jóvenes enfrentan factores de estrés únicos que impactan su bienestar.
Curiosamente, los hispanos en EE. UU. califican su salud mental ligeramente mejor (79% excelente/buena) que la población general de EE. UU. También emergen diferencias de género. En EE. UU., los hombres tienen más probabilidades de calificar su salud mental como "excelente", mientras que en México, las mujeres son más propensas a hacerlo.
Uno de los contrastes más notables en este estudio intercultural es la tasa de diagnóstico de salud mental. Casi el 30% de los encuestados en EE. UU. reportó haber sido diagnosticado con una condición de salud mental por un profesional de la salud, en comparación con menos del 20% de los encuestados hispanos en EE. UU. y en México. La menor tasa de diagnóstico en México podría deberse al acceso limitado a recursos de salud mental y al fuerte estigma social que rodea estos temas.
En cuanto a hablar de salud mental con profesionales, los encuestados en EE. UU.—tanto en la población general como entre los hispanos—se han vuelto más abiertos a hacerlo en comparación con años anteriores. En contraste, los adultos mexicanos reportan niveles más bajos de comodidad al hablar del tema, posiblemente debido al estigma y a la menor accesibilidad a servicios de salud mental.
Los desafíos de salud mental pueden afectar profundamente diversos aspectos de la vida, en particular el trabajo y las relaciones personales. Alrededor del 30% de los encuestados en ambos países informan que su salud mental ha impactado, en cierta medida, su vida profesional y personal. Sin embargo, los trabajadores de la Generación Z en EE. UU. tienen el doble de probabilidades que sus contrapartes en México de afirmar que su salud mental ha afectado significativamente su desempeño laboral.
En medio de una creciente concientización sobre la salud mental, las prácticas de autocuidado se han convertido en una estrategia común para afrontarla. Aproximadamente la mitad de los encuestados en ambos países reportan realizar actividades de autocuidado, siendo el ejercicio la opción más popular. Sin embargo, otras prácticas como la meditación, la escritura en un diario y el uso de aplicaciones de salud mental son notablemente más comunes en EE. UU. que en México. Esta diferencia cultural puede reflejar variaciones en las formas en que cada sociedad aborda el bienestar mental y la disponibilidad de herramientas digitales de salud mental.
La búsqueda de recursos de salud mental varía entre los dos países. Sorprendentemente, los mexicanos tienen más probabilidades que los estadounidenses de buscar información sobre salud mental, con aproximadamente la mitad de los encuestados informando que lo han hecho en los últimos 12 meses. Las redes sociales son una fuente particularmente importante de información sobre salud mental para los mexicanos, mientras que los estadounidenses confían más en sitios web, médicos personales y familiares o amigos.
El acceso a los servicios de salud mental sigue siendo un desafío tanto en EE. UU. como en México, aunque la disponibilidad de recursos varía. Los recursos más accesibles en ambos países incluyen centros de asesoramiento o terapeutas, información en línea y grupos de apoyo comunitarios. Sin embargo, los servicios de intervención en crisis y líneas de ayuda son menos comunes en México, lo que podría limitar las opciones de apoyo urgente para quienes lo necesitan. Además, los mexicanos tienen la mitad de probabilidades que los estadounidenses de buscar información sobre salud mental a través de familiares y amigos.
El informe de ThinkNow resalta diferencias culturales y estructurales clave en la percepción y accesibilidad de la salud mental entre EE. UU. y México. Si bien ambos países reconocen la importancia del bienestar mental, las generaciones más jóvenes, en particular, enfrentan mayores dificultades en este aspecto. Un punto de interés especial es la diferencia en cómo la salud mental es percibida según la generación y el género en ambos países. ¿Por qué las mujeres en EE. UU. tienen menos probabilidades de calificar su salud mental como buena en comparación con los hombres en EE. UU. o con las mujeres en México?
Independientemente de estas diferencias, el desafío clave hacia el futuro es aumentar la accesibilidad a los recursos de salud mental, reducir el estigma y fomentar conversaciones abiertas, especialmente en regiones donde hablar de salud mental sigue siendo un tabú.
Al comprender estas diferencias culturales, los formuladores de políticas, profesionales de la salud mental y líderes comunitarios pueden trabajar para crear sistemas de apoyo más inclusivos y efectivos. Ya sea a través de la expansión de recursos digitales, el aumento de la asequibilidad de los servicios o la promoción de iniciativas de salud mental en el lugar de trabajo, ambos países tienen mucho que aprender el uno del otro para garantizar que el cuidado de la salud mental sea accesible para todos.
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